sábado, 2 de enero de 2010

Cuento: "Ashuco, el Pishtaco de los Platudos", de Domingo Valdez Quiroz

Ay palomita torcaza
Mensajera de mi vida,
Por ser mí reina querida

Te llevaré hasta mi casa.

Segurito que esa pechada le pertenece al cholo Ashuco… ¡Carajo! A ese cholo si que vale la pena darle posada; felizmente, pellejos de güishas tenemos en harta cantidad, a voz bajita me dijo Matilde mi abuela, apurándose a moler las hojitas verdosas de paico en el batán para caldito de la noche.
Pucha dije ¿Quién será pues ese tal Ashuco?

Al ver a un jinete que con su sombrero blanco de cinta y con sus aires de togao, se iba acercando de a poquitos a nuestra choza que don Segundo Quiroz mi abuelo, lo había acondicionado en la cabecera de la chacra de maíz.
- ¿Existe gente en esta choza?
- Claro que hay gente Ashuquito, tú eres como nuestra familia para nosotros, el Segundo no se halla en este rato porque se ha ido a traer el agua pero no importa, cualquier pobreza te la daremos con mucho gusto respondió mi abuela.

Mas o menos tendría unos treinta años; así lo notaron mis ojos, de largos brazos y caminar altanero aunque era medio rengo de la pata izquierda que sabía disimularlo un poco con sus botines de jebe.
Casisito a la oración, llegó mi abuelo con sus porongos de agua que “Mojina” la burrita parda lo había traído sobre sus lomos
- ¡Hola Ashuquito, que milagro te ha traído por esta casa dijo abrazándolo mi abuelo de manera fraternal … seguro que es un buen hombre dije para mis adentros; porque mi abuelo, hasta de su sombra malicia que lo va traicionar pero a este lo trata de buenas maneras.
Intuyendo cuales eran mis pensamientos, mi abuelo empezó a darme las explicaciones – este jovencito que nos visita se llama Ashuco Guamán para nosotros, es como un familiar así que no lo mires con desconfianza.

- ¿Dónde nomás pues vive usted – le pregunte con mi curiosidad de niño.
- Ah yo no tengo ni padre, ni madre, ni esposa, ni hijos ni perro que me ladre, ni gato que me maulle, solo mi caballo sabe de mis andanzas y mis aventuras y sacando unos ricos biscochos con canela de un lado de su alforja, me las regaló a fin de ganarse mi cariño.

Después de la comida, Segundo mi abuelo y Ashuco Guamán conversaron largo y tendido aunque a veces a baja voz y de rato en rato, alzaban su copa de cañazo del purito que solo los alambiques de Anispampa saben hacerlo, aunque para no enterarme de sus conversaciones mi abuelo ordenó que su mujer y yo nos fuéramos a dormir para levantarnos tempranito al siguiente día.

Esa noche, me enteré que el tal Ashuco Guamán, era un bandolero mataperro que los tenía pisao el poncho a toditos los platudos de esas zonas… meses atrás había robado tres toros listisitos pal yugo de don Zenobio Ramírez el hacendado de Liclipampa y luego de venderlos, repartió víveres y comida a toditos los pobres de las comarcas y caseríos cercanos.

Medio pestañando de sueño supe que Ashuco Guamán, cierta ocasión le quitó una alforja con dinero a don Venancio García, capataz de la hacienda Tuñad, cuando este regresaba de la feria dominical luego le vender una manada de güishas gordas.
También me enteré que el tal Ashuco, le regaló doscientos soles a don Amaranto Mendoza para que traslade a Margaracha su wuambra shulca hasta Cajamarca a fin de que lo curen de los males del resfrío y el sarampión.

El trino de los zorzales, el canto de hombría de los gallos y los mugidos de los toros, nos avisaron que ya había amanecido y al abrir la manta que servía como puerta de la choza me di cuenta que Ashuco Guamán ya había ensillado su caballo relinchozo y antes de partir puso sobre la milca de mi abuela algunos fósforos, velas, galletas, biscochos y portolas mientras a mi abuelo Segundo, le regaló varias monedas que después le sirvieron para que comprara una linda ternerita pinta de la invernas de don Alcibíades Cerna.

Para que compres tus cuadernos cuando vayas la escuela – me dijo don Ashuco poniéndome una peseta en la mano y de un salto huicapeándose montó en su caballo y alzando su mano de amistad de a poquitos se fue pediendo por esas curvas plenachozas de Sangal.

¿Cuándo volverá otra vez tu amigo Ashuco? Pregunté a Segundo mi abuelo.
- Algún día Dios quiera regrese hijito, los ricachones andan diciendo que cualquier momento lo van a mandar matar… hay habladurías que ya han contratado a unos matones procedentes de Santa Cruz.

Siguió hablando mi abuelo – Ashuco Guamán dicen que tiene de parecido a un tal Luís Pardo que hace mucho tiempo vivió por esos sitios de Huaraz… al Ashuquito todititos los pobres lo queremos mucho; sin embargo, es muy odiado por los platudos y ricachones de esta zona.

Entonces que jamás se muera dije para mi mismo… que le pasaría pues,… fueron pasando los años y nunca se supo más de su vida, como si la tierra lo hubiera tragado o como si alguna quebrada lo tuviera hundido en sus entrañas.